GEWB

Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tulueñerias Edición 428

¿Marradona o Maradona?
Argentinos con cerebro de chorlito lo adoran con capilla y oraciones divinas. Salió al lado del demente Chávez. Tal para cual. En Colombia se fugó sin pagar un by pass que le hicieron con categoría médicos nacionales. A Rasguño, el mafioso, le birló en Cuba muchos dólares. Y sigue adorado por los cretinos este enemigo de Colombia. El marranito con argolla en la oreja ahí va.

¿Duende tipográfico u ogro editorial?
En tulueños destacados de la semana pasada, por no revisar una transcripción ajena, se fue una cosecha severa de disparates orto-sintácticos. Los hijos varones de Aguilera salieron como barones electorales. El Dr. Yuyo salió como Yoyo y mil disfunciones morfológicas más. Es terrible ésto. No se puede bajar la guardia ni confiar en transcripciones ajenas.

Aguilera o los senos fumadores
Este aguerrido abogado egresado de la Uceva en 1984, cuando era rector el poeta Néstor Grajales López, es hijo de José Aguilera y de Gilma Marín Flórez. En una familia de siete, cinco son varones. Uno de ellos, Carlos Arturo, es asesor de una empresa de químicos en Bélgica. Se graduó con una tesis sobre Impuestos Nacionales en Colombia. Se especializó en Derecho Administrativo en la Libre de Bogotá. Del mismo modo, en la Universidad Católica de Colombia hizo su diplomado en Investigación y Juzgamiento en el Proceso Penal Acusatorio. Egresó del Gimnasio del Pacifico cuando era rector Ramiro Devia Criollo. Casado con Hilda Jiménez Aguirre, es padre de Wilmar, de Luz Karime y de Diana Carolina. Este padre de Manuel Alejandro, dedicado al Derecho Penal de Familia y Civil, recuerda que cuando vio que los brillantes en matemáticas fumaban marihuana, resolvió fumar un cigarrillo de ella antes de un examen. Sólo logró vomitar en clase de Trigonometría al perder el examen sobre senos.
Fue un consentido político de Rafael Emilio Palau Díaz y se desempeñó como Secretario de Gobierno y Tesorero de Tuluá

Jurisprudencia ornitológica
Sólo se ve en Tuluá. Cuando a Gustavo Guzmán Victoria lo amenazaron porque unos pajaritos habían causado un corto circuito en un tendido eléctrico, él, con un voltaje bravo, le comentó al usuario “demande a la mamá de los pajaritos.”