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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tulueños destacados Edición 560


 Alberto García Lasprilla
Fue supervisor de educación en la época dorada de este sector público. Hijo de José Valeriano García Padilla, estudió su primaria en Aguaclara, en la Escuela Nuestra señora del Carmen. Luego se hizo bachiller del Gidelpa cuando era rector el bugalagrandeño  Gerardo González Daza. Cuando era rector de la Uceva el poeta Néstor Grajales López, se hizo licenciado en Ciencias sociales.
El mayor de quince hermanos, sin ser familia paisa, este hijo de Graciela Lasprilla, de Ansermanuevo, Valle, fue maestro en Tres Esquinas, en la escuela Simón Bolívar. Docente en las escuelas Pedro María Marmolejo y Guillermo E. Martínez de Riofrío y Tuluá respectivamente, Alberto enseñó Filosofía en el Julián Trujillo. Con Sara Emma Jiménez fue docente en la antigua Normal. Recuerda que el legendario Arturo Cruz Aparicio, Monsieur, llamaba a un estudiante terrible múcura, pécora y rémora. Es padre de Adolfo, Fernando y Carlos Alberto. Casado con Soledad Cuesta, buscó sin cesar que sus alumnos tuvieran ortografía. Hoy las redes sociales han acabado con lo poco que queda de ella en estudiantes y algunos profesores. Será difícil volver a ver las épocas doradas de la educación de antes.


Julio César Bejarano Rengifo
Este ferroviario ha sido una locomotora de la acción comunal. Líder de familia y de la comunidad, logró crear el Centro de salud ferroviaria para una población laboral desamparada en tal sentido. Igualmente logró la pavimentación del tramo de calle desde la vía férrea hasta la esquina del viejo oasis. Hijo de Gustavo Bejarano Becerra Pérez, de Los Chancos y de María Concepción Rengifo Gómez, de Ricaurte, hizo su primaria en Robledo, en la escuela Alfonso López y en el Antonio Nariño de Bugalagrande su bachillerato. Es el menor de diez hermanos y su mundo laboral al comienzo tuvo que ver con el café, el cacao y la ganadería. Casado con María Olga Ospina, de Pereira, es padre de Julio César, Raúl, empresario del aluminio en Tuluá y generador de empleo; Milton, comerciante; de Olga Janeth, Tecnóloga de la UTP y de Sandra, experta en Salud ocupacional, que vive en Londres. Se crió en la finca La Bolsa y escribe poemas que aprenden de memoria sus hijos. 


Tulueños destacados



 Erney Orozco Bedoya

Hijo del arriero Luis Felipe Orozco Orozco, de Aguadas, de donde es El Putas en Caldas y de Teresa Bedoya Cuadros, de la misma mitológica localidad.
Estudió su primaria en la escuela José Antonio González, de Tuluá; y su bachillerato en el Gimnasio del Pacífico, cuando era Rector Gerardo González Daza y cuando Néstor Grajales López y don Jaime Rojas Laverde, eran Rector y Jefe del Departamento de Sociales de la Uceva respectivamente, se graduó como Licenciado. Fue fotógrafo del parque de Trujillo, Valle.
Aunque vivió de cerca el horror de la violencia en esa localidad, su memoria ya trasladó a otro sitio esos horrores. Enseñó en el legendario Julián Trujillo, de  Trujillo, en Andinápolis  y en La Concentración. Padre de Leonardo, Lorena y Alejandro, prefiere andar en moto que en auto. Laboró en el Instituto Industrial de Tuluá y considera que los conservadores se mataban entre sí cuando ya no había liberales para matar. Aunque sabe que su nombre se escribe con H, se la quitó para evitar líos de documentación. Poder cobrar un cheque era más importante que la ortografía.



Alfonso Rodríguez Valencia

Este hijo de Agustín Rodríguez Forero y de Margarita Valencia Agudelo, es padre de Isabel Marietta, Juan Alejandro, Gabriel Andrés y Rafael Esteban. Enamorado de su pueblo natal, Trujillo, estudió en la escuela José Antonio González de Tuluá. Su bachillerato lo cursó en el Gimnasio del Pacífico y en el Gimnasio Armenia. Es el benjamín de cinco hermanos y ha viajado por Costa Rica, México, Canadá, Estados Unidos y España. Vive en Toronto con sus cuatro hijos, los cuales hablan todos Inglés.
Ama la guaquería y el paisaje de su tierra, al igual que la calidez de los tulueños. Como ha vivido en ciudades ordenadas, ve con preocupación la desorganización total del espacio público en Tuluá. Es el monumento al caos.
Toronto, según él, es una ciudad generosa, cívica, tolerante y multi-cultural. Su autor preferido es Víctor Hugo y es un estudioso del tema de la masonería.