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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

El colegio de abogados de Tuluá

Por: Daniel Potes Vargas

La creación de un colegio de abogados y en general de cualquier colegio que agrupe profesionales de las diversas ramas de la academia, supone y presupone un aporte al fortalecimiento de muchos procesos epistemológicos y dinamizadores. Un sábado 16 de diciembre de 1978, en la finca La Aurora, en el corregimiento de La Palmera del municipio de Tuluá, con once (XI) capítulos y numerosos artículos se estructuró la plataforma del Colegio con múltiples propuestas. Las mismas fueron expuestas por el doctor Carlos María Lozano y dentro de sus interesantísimas proposiciones estaba la del estudio e investigación de la ciencia jurídica (capítulo I, artículo I). Ajena a cualquier clase de política militante, proponía una constante capacitación profesional a sus asociados.
El acta de constitución del Colegio de abogados del Centro del Valle del Cauca es un documento valioso en una ciudad rica en valores intelectuales pero que al mismo tiempo ha sido descuidada en su conservación documental y de hemerotecas.
El día 21 de febrero de 1986, en un homenaje rendido al promotor de la Escuela Jurídica de Tuluá, Lisandro Martínez Zúñiga, el colegio de abogados, orientado por el internacionalista Ciro Morán Materón, asistieron los ilustres miembros colegiados, entre ellos: Marco Antonio Arenas Cuesta, León Céspedes Marín, Carlos María Lozano Colonia, Jairo Escobar Fernández, Ramiro Escobar Cuervo, Bernardo Gálvez Cardona, Iván Gómez Jaramillo, Alberto Jaramillo Arango, Gonzalo López Arango, Israel Moreno Cruz, Rafael Moreno Cruz, Rafael Moreno Cobo, Lucelly Puerta Puerta, Francisco Rioja Rioja, Jaime Sarmiento Otero, Arturo Sepúlveda Toro, Jorge Urriago, Jorge Vásquez Motoa, Óscar Villa Gómez, Jairo Salazar Espinosa, Isaías Fandiño Cobo, Eneida Rincón, Meyemberg Vásquez Castaño, César Tulio Gálvez, Gilberto Castrillón y Hernán López Ramírez, entre otros ilustres juristas.
Es curioso que el autor de la propuesta intelectual de la Escuela jurídica de Tuluá, haya sido homenajeado por el colegio creado por Ciro Morán Materón, que en el fondo es terreno fértil y aporte para que algo así, para que algo como la Escuela jurídica de la ciudad del botánico Céspedes, fortalezca elementos de creación y dinámica. Ciro es todavía su presidente.

El poeta bugueño Arcadio Macías Cabal

Por: Daniel Potes Vargas.

El  nombre Arcadio está  muy presente en mi memoria. Arcadio González, revolucionario  y tirapiedra del Gimnasio  del Pacífico, tenía una joroba donde guardaba propaganda sediciosa. Arcadio  el bueno, padre de Ciro González  Martínez, (el gran fotógrafo  tulueño) por oposición al anterior que era el malo según los rectores, y, por supuesto, Arcadio  Buendía,  el de la novela mitológica de Gabo. En Buga un poeta lleva su nombre. Hijo  de Agustín Macías Cuéllar e Inés Cabal de Macías, quien el   próximo  30 de abril  cumplirá unos cien años  muy lúcidos.  El vate  vallecaucano  nació un 31 de diciembre  de 1950, razón por la cual  sus allegados  le llaman con un apelativo muy afectuoso y familiar. Autor de una obra muy extensa y valiosa, Arcadio Macías Cabal, es docente  de Literatura y Español en un prestigioso colegio de Cali. Arcadio es hermano de la abogada Inés Macías  y fundador y director  de la Revista Ábacos, que orienta la vocación literaria de estudiantes de la capital  vallecaucana. Autor de Tierra de lunas y Breviario, entre muchos más libros de poesía; Arcadio, como profesor del colegio Lacordaire, ha gestado la publicación de muchas revistas, entre ellas Cara y sello, de alta  calidad editorial y poética  y de prosa de reflexión.
Usa silogismos cuánticos para llegar a tratar sus temas. Comenta que si Gabo escribe para que los amigos lo quieran  más, él lo hace para confundirlos  y estar cada vez más solo. Así podrá escribir con más propiedad sobre la soledad. El gato azul fue otra de las revistas creadas  en Cali por este bugueño que estudió  Literatura  en la Universidad San Buenaventura y es cuñado del ilustre jurista Jorge Vásquez Motoa, que desafió la autoridad omnipotente de Luis Eduardo Arango “Cucaracho”.
Cultivador  del verso  japonés,  del haikú, invitó a poner inspiración creadora a los lectores que hallaron mucho desperdicio de papel en las páginas de uno  de sus libros. Quizás  el haikú no es una forma poética  para todos, así sea un lector de poesía.
Por sus lecturas los conoceréis. Por ello, los autores poéticos que marcaron la actividad lectoral de Arcadio hablan  de su calidad. Hernández, Machado y García Lorc,a son como tres grandes planetas de su sistema poético, de sus referentes humanísticos. En una tierra como Buga, plena de grandes valores literarios, desde Cornelio  Hispano o Rivera y Garrido,  hasta Rogerio  Tenorio y Harold Alvarado Tenorio, Arcadio descuella por la cantidad y calidad de sus trabajos  de creación poética y sondeo filosófico.