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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tulueños destacados

Por: Daniel Potes Vargas.

Fabio Ríos Murillo
Este hijo de Miguel Ríos y María Murillo, nació en la tierra de los chorizos de calidad y donde se rinde culto a las araucarias, en Santa Rosa de Cabal-Risaralda, nació este quinto de siete hermanos. En familia de tres hermanos y cuatro hermanas el quinto es rey. Gimnasiano, estudió su primaria en La Marina. Fabricante y comerciante de confecciones, considera que lo mejor de Tuluá es su rio y, desde luego, su gente. El tulueño es abierto y de buen humor para él, que fue concejal en la administración de Gardeazábal.
A los doce años, mientras otros niños juegan, él manejaba máquinas y jineteaba los caballos de La Marina. Corría viendo colinas verdes y sintiendo el viento a galope de los equinos de La Platina, siempre en competición acezante y sudada. Aficionado al cambalache como paisa legítimo, vendía y cambiaba telas por gallinas y en fincas hacía trueque de café por mercancías. En las ferias de La Marina, al lado de viejas argollas y portones hacía honor a su espíritu mercurial. Esposo de Amanda García, hogareña y dama por tradición, recuerda que manejar las máquinas del Cine Cortázar del legendario corregimiento de Tuluá, lo hizo activo y piloso como un grillo llanero. Sus días de vendedor en el barrio Rojas son tan lejanos y cercanos como los saludos que él arrojaba al novelista Gardeazábal cuando pasaba con Melo en los neumáticos que los hacían navegar desde el sur hasta el centro de la ciudad en las aguas pardas, frías y milenarias del Tuluá. 
Fue dueño de El Coso, de cuyos predios sacó a mucha gente indeseable, esa experiencia como vendedor con cajón o chaza lo hizo sensible socialmente, Es padre de Jorge Mario y de Luz Adriana. Esta última, con su esposo Carlos Arturo Gallardo, el hijo del legendario Mango, vinculada profesionalmente a   Íntegra. Igualmente de Fabio Andrés y Cesar Augusto. Venido al mundo 1942, conserva el buen humor y la memoria exacta de anécdotas de su vida. 
Fabio, como el río, su vecino, es toda una corriente de energía vital. Llegado a Tuluá en 1952, conoce a su ciudad y sus gentes mejor que mucho raizales. Casi siempre resulta, explorando orígenes, que la mayoría de tulueños lo son de adopción más que de nacimiento.