GEWB

Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tulueñerias Edición 450

Cambio de costumbres.
Un 25 de Diciembre y un primero de Enero, en Tuluá, como en las grandes ciudades de Colombia y el mundo, se veía un paisaje sepulcral, de quietud casi total. Hoy, seguramente por las ramificaciones de la crisis, muchas gentes se ven impelidas a salir a las calles a vender o comprar. El primero de Enero se sigue llevando las palmas en sepulcralidad ambiental, tras la larga curva de la alegría y demencia colectivas.

El Bolívar vestido
Si en Pereira Arenas Bentancurt hizo el Bolívar desnudo, que muchas beatas quisieron cubrir con cobijas en su tiempo, en Tuluá vistieron de renovación al Bolívar que estaba en su parque inicial. Lustroso y sobre un pedestal, no de un metro como decían los detractores gratuitos de todo, se levanta a buena altura para acompañar a los tulueños, a quienes visitó por las jornadas decembrinas de 1829, un año antes de irse a morir a la bella Santa Marta.

Cultura al por mayor
Rafael Eduardo ha potenciado no sólo la política editorial de Tuluá sino la cultura en general. Ya no será tan cenicienta en su presupuesto ni tan escasa de imaginación en su implementación. Habrá recursos para ella. Habrá ideas en torno a su puesta en marcha este año que comienza sus afanes ahora.

El consenso sin censo.
El consenso para escoger candidato y suceder a Rafael Eduardo no es un costal lleno de gatos inquietos. Tiene su propia dinámica de unión y sacrificio. De los nueve quedarán cuatro para el mes de febrero. Luego quedarán dos y finalmente saldría el único y definitivo. Estos roles y cambios son importantes y tienden a configurar sólo una cosa: la unión en torno al modelo de Rafa, un censo consensual.