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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Jaime Franco Patiño

Por: Daniel Potes Vargas

Es otro tulueño de adopción, como la mayoría de los que habitan hoy por hoy la villa del botánico Céspedes. Hijo de Juan Bautista Franco Betancourt y de Alicia Patiño Arias, es el cuarto de ocho hermanos, entre los cuales se cuenta nuestro amigo Arturo. Casado con Martha Lucía Montes, es padre de John Anderson, Elver Darwin y Johan Steven.
Jaime es activo como una abeja y a su gestión muchas cosas de su barriada, Bosques de Maracaibo, han logrado salir adelante en una administración que ha mostrado poco amor por las cosas de Tuluá.
Sólo ha tenido dos jefes políticos a lo largo de su crónica partidista, Jorge Homero Giraldo y Dilian Francisca Toro.
En una ciudad como Tuluá, donde la alucinación es más frecuente que la realidad, Jaime ha sido paradigma de la fidelidad, así sus decisiones de adhesión no sean del agrado de muchos. Pero esa es la dimensión real de la democracia.
Realmente el aporte de Jaime al bienestar de su comunidad es de una larga relación o inventario. La lista de sus trabajos y logros es ciertamente kilométrica y eso es lo que se debe destacar, por encima de facciones o coyunturas que muchas veces son muy, demasiado transitorias. En Bosques de Maracaibo, donde existe una enorme foresta que pertenece a los antiguos predios de la hacienda Maracaibo y donde las calles parecen cráteres lunares o Irak después de un ataque americano, hay mucho por hacer.