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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tulueños destacados Edicion 532




Franklin Castaño Lugo.

Este matemático tulueño se crió en el barrio Maracaibo. Hijo de Ismael Castaño y Fabiola Lugo, es el mayor de 5 hermanos. Franklin estudió su primaria en al Escuela Rubén Cruz Vélez y cuando era rector del Gimnasio del Pacifico Hernán Vergara, egresó del cluastro  mitológico como bachiller en 1975. Se hizo licenciado en Ciencias de la educación en Matemáticas y Físicas, en Univalle, sede Cali, Allí han estudiado sus dos hijos, uno de los cuales es ingeniero de Sistemas que labora en Cetsa de Tuluá.
Fue docente en el colegio Departamental, institución oficial en Cali y también en el Américas Unidas, de índole privada.
Cuando Deyanira Posada era rectora del Julia Restrepo comenzó su labor como profesor de matemáticas. Su vida ha sido de esfuerzo y todo lo ha ganado por concurso. Comenta que la época de nombrar profesores, coordinadores y rectores por influencia ya pasó, felizmente. Coordinador del Gidelpa, cuando Gustavo Bermúdez inició su labor como Secretario de Educación de Tuluá, entró como rector encargado del legendario colegio. Desde enero de 2012 dirige con orgullo los destinos de su amado plantel.
Lleva una atmósfera cordial con docentes y alumnos y procura que a su paso quede alguna huella en el plantel que lo vio crecer y amar los números y los teoremas.


José Ambrosio Trujillo Sánchez

Hasta ahora estas notas de Tulueños destacados se han hecho sobre datos de personas vivas.  Don Ambrosio es la primera que aparece en torno a alguien fallecido.  Tulueño de adopción, como muchos, como casi todos los de Tuluá, cruce de senderos geográficos, José Ambrosio nació en la cafetera Chinchiná.  Con Francisca Corrales tuvo ocho hijos, el mayor de los cuales, Armando, murió en servicio policial.  Manuela, Doris, Nelly, Tulio, Aliria, Miriam, Ana Milena y Luz Marina son sus otros hijos, al lado de la carismática Aydée, actual directora de Control Interno del Municipio de Tuluá.  Familia muy unida como la de todo origen paisa, los Trujillo Corrales vivieron alumbrados felices los siete de diciembre y vendían, en Agosto, cometajadas y estrellas, barriletes y demás adminículos aéreos en el espacio laboral de Don Ambrosio, que hacía zapatos para los almacenes y los fabricaba para los estudiantes y los reparaba igualmente. 
Responsable al máximo, Don Ambrosio tenía buen humor.  Pegaba los billetes de lotería con engrudo.  Alguna vez Don Carlos Materón,  al ver que había ganado un quinto se lo llevó con puerta y todo a Cali, para tener la prueba y poder cobrar.
La extraña costumbre de pegar a una puerta gruesa aquellas loterías que compraba, asumiendo que sería engorroso para cobrar en caso de buena suerte, nadie la ha explicado todavía.  El está en el mejor de los sitios, en el corazón de sus hijas e hijos que guardan para él la mejor de las memorias.  Era tío de Walter Ospina, el célebre Vino Tinto de los carramplones.