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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Miriam Restrepo López

Por: Daniel Potes Vargas

Tuluá no ha sido muy abundante en pensadoras. Su historia literaria abunda en poetas, desde María Luisa Román Alzate, hasta Alba Lucía Tamayo García. Por ello, la vida de Miriam Restrepo López, es un paradigma de superación en un ambiente de pensamiento masculino. Hija de Rita López Echeverry y de Abelardo Restrepo Espinosa, Miriam heredó de su padre su vocación de servicio social, al igual que sus otras hermanas. Es la segunda de doce hijos, la mayor de las cuales es Amparo. Vivió en la legendaria Calle Mocha, donde se trenzaban largas y feroces peleas a cauchera con los de La Chichería con doloroso saldo de ojos perdidos y cabezas destapadas; calle en la cual vivió la mítica y voluptuosa Raquel Toro, la Brigitte Bardot de Tuluá.
Mirian cursó su primaria en la escuela Antonia Santos y cuando era rector el Dr. Saulo Victoria Viveros, terminó su bachillerato en la época dorada de las huelgas estudiantiles y los célebres tirapiedras.
Con una tesis sobre El Emilio, de J.J. Rousseau se graduó en Filosofía en la Universidad del Valle. Para ella lo peor de Tuluá es la inseguridad y la falta de mayor educación y lo mejor, por supuesto, el carisma y calor humano de sus gentes. Su escritor predilecto es García Márquez y el filósofo que más admira y al que más lee, a Inmanuel Kant. Labora en el López Pumarejo de Tuluá y es una aceptable lectora en una tierra donde no leen sino los clasificados y noticias judiciales de los periódicos locales.