Por:Daniel Potes Vargas
Razón tuvo El Tabloide al decir que al paso que vamos habrá más candidatos que electores hay en Tuluá. Eso sería único en el mapa de los municipios de Colombia. En Tuluá habrá más caciques que indios. Hay desbandada de renuncias; renuncian concejales, secretarios del gabinete, entran personajes típicos y al paso que vamos Carecartón y Limón viejo formarán parte de ese elenco que promete ser circense en algunos matices.
Marcelino Ayala Ocampo, ya amenazó con que iría hasta el final. Aquellos que saben que es más fácil que dos más dos sean cinco, no sienten el menor rescoldo del sentido del ridículo o el menor temor de hacer el oso y siguen adelante en su locura. ¿Con qué fin, negociar, hacer transacciones? Lo cierto es que habrá de todos los pelambres géneros e ideologías. ¿Qué miel va untada a esa silla de San Bartolo que atrae a tanta abeja y abejorro? Averígüelo Vargas, por lo que Potes.
Pacho Vargas Rebolledo, Juan Carlos y Memín
Parece una mezcla extraña pero es histórica. Francisco Vargas Rebolledo, hijo del antiguo terrateniente de Andalucía Luis Vargas, era de cara colorada, muy liberal y aguardientero. Tenía unas manos enormes, como de oso de la carrera treinta. Era muy buen amigo pero capaz de dar a un impertinente un puñetazo que lo dejara privado un corto tiempo. Padre de Juan Carlos Vargas Romero, Pacho fue una leyenda en el gremio transportador de su época tras haberse dado la gran vida como hijo consentido del rico poseedor de tierras.
Juan Carlos es líder comercial, deportista y amante de hacer bromas a algunos amigos, entre ellos el célebre y legendario Memín.
Le advirtió y le recomendó a su empleado de color que no se metiera a las pirámides porque eso era un “camello” pero no del desierto sino de la quiebra.
Memín desobedeció la comercial sugerencia e hizo caso omiso de las juancarlífera advertencia y se afilió a la montaña tumbadora de David Murcia Guzmán, que lo dejó sin un peso ni un pelo y con la mujer a punto de sacarlo de la casa por andar escuchando bobadas. Total, una línea que creció entre las palmeras y los tangos de la 30, Juan Carlos y su prosperidad y al fondo, como telón, Memín y sus disparates de desobediencia. Tres personas distintas y una alegría verdadera.