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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tuluáwood y Harold Adolfo Urcuqui Rueda

Por: Daniel Potes Vargas

Se ha hablado de la Escuela jurídica de Tuluá. También se habla ahora de una sucursal de Caliwood. Cali y el Valle han tenido exuberancia de vetas cinematográficas. Luis Ospina, Carlos Moreno, son sólo algunos de los vallecaucanos que han hecho cine de calidad.
Tuluá tiene a Carlos Palau que hizo “A la salida nos vemos”, “Hábitos sucios” y “El paraíso en el Valle”.
Un tulueño, Harold Adolfo Urcuqui Rueda, ve en Andy Báez un cineasta bien enfocado porque considera que falta mucho por evidenciar con lo documental  y exaltar estéticamente la realidad.
La visión cuántica de la física, que funciona en la energía con paquetes discretos de emisión, con emisiones discontinuas, la proyecta al cine. Nada de esclavitud con el tiempo lineal, nada con la narración, por compleja que sea. El indeterminismo reina aquí, como en la visión de Nietzsche. Nada es causal, nada es causa o efecto de algo sino coexistencia de factores en el universo probabilístico y estocástico. Más que el qué, importa el cómo. Más que la esencialidad temática o argumental, importa crear sensaciones.
Tuluá es un océano anecdótico, basta filmar sin esqueleto o columna vertebral que ordene y domestique tiempo y espacio. Si todo vibra, si todo cambia, se forman las mallas que dan apariencia de realidad cuando en el fondo sólo hay niveles de intercambio orbital. El video arte busca no narrar y aunque el tema de la violencia en Tuluá, estigmatizante y constante en la ciudad, lo atrae, Urcuqui considera que brota el miedo como sensación, en una generación polifónica y polisensorial.
Aunque hay gramática del cine, aunque hay semiótica de la imagen, Urcuqui  con Horum, mostró y demostró que la causalidad,  que el no determinismo rige el orbe del cine y  la materia-energía. Hay que buscar cineastas polivalentes que armen la música, la edición y por qué no, la publicidad del trabajo. Si la literatura remite al final hacia lo audiovisual, no se debe olvidar que el cine es el lenguaje de la imagen. Casi todo es audiovisual, recordando  que el cine es el lenguaje de la imagen. Todo es cinematografía. 
Ramiro Meneses  le premió un trabajo al tulueño que piensa con estructura de cine y no sólo en cine. Buscar la dinámica de lo estático es el futuro y el núcleo de los trabajos de este tulueño que admira a Andrés Caicedo  y Martín Scorsese. 
Harold Adolfo, el hijo de Harold y Aleida,  egresado de la Santiago de Cali, busca un lenguaje sólido y desarrollado para llevar al cine la extraña alucinación de su ciudad natal.
El proceso creativo de las obras de cine no se debe interrumpir porque salen frutos extraños y de calidad cuestionable, porque como él dice, todo es cine y esa estructura es muy delicada y se rompe como cualquier factor. Trabaja su obra Miedo este tulueño que evita la carencia volitiva (¿Schopenhauer?) y las comedias de situación. Autor de piezas audiovisuales que comienzan a ser comentadas en los medios pertinentes, Harold Adolfo ha trabajado más el formato del teatro y fue actor del teatro Calicalobozo. Sin teoría no hay práctica y sin práctica no hay avance.