Harold a su regreso de méxico
Por: Daniel Potes Vargas
Quien primero lo vio así, barrigón, con bigote zapatista, con mostacho de la revolución y un sombrero de sesenta centímetros de diámetro, fue Vagi Lobo. Estaba en trance de abandonar su disfraz de oveja. Sacaba el Vagimóvil de la vagicueva y se disponía a pasar revista a la caperucillas del poblado. En Centroaguas lo vieron y metieron el grito las muchachas. María Eugenia y Claudita, las inesperables sol y luna, no pudieron con la risa al ver que la ventripotencia de Haritold era una almohada ecuatorial y el bigote era un adhesivo de las mejicanerías. El manito confesó rápido que amaba más a Tuluá que a la Riviera Maya y que prefería el aguardiente de su tierra al feroz tequila de los manitos. Vagilobo lo resumió todo al decir, “invitemos al Nelson Gómez y nos vamos a El Viril”. Así se hizo. Entre patacones y copas de carretillero zanjaron la diferencia entre el Harold sin bigote de Pancho Villa y el disfraz dudoso del Vagilobo que no aullaba ni con la luna llena. En Centroaguas pronto pasó el miedo y reinó de nuevo la sonrisa inmortal de la Claudita.
DICHOS de Hernán Moreno Ortiz
Cuando veía un papá muy serio levantando el índice en señal de amonestación y le decía al niño “hijo, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, Hernán esperaba, como buen pediatra, a que se fuera el padre y le decía al niño “hijo, eso es puro cuento del viejo. La frase real es: no hagas hoy lo que puedes hacer mañana”.
En su biblioteca tenía un aviso drástico que decía “No presto libros porque los que hay aquí me los prestaron.” Y esperaba la reacción del que pedía libros prestados.
Finalmente comentaba que no se casaba porque una mujer para casarse con un tipo como él debía estar loca y él con locas no se iba a casar. Buen humor sin olvidar la frase de Gilbert Keith Chesterton, “loco es aquel que lo ha perdido todo, menos la razón.”