Aunque cada ciudadano tiene albergado en su fuero íntimo el nombre de la persona por la cual votará en cada uno de los certámenes electorales que se hacen a lo largo de los años, no es menos cierto que paralelamente puede facilitar procesos y maneras para colaborar en que otros accedan a una instancia que al menos de nombre es democrática.
La preparación académica real y sólida de los diferentes candidatos a la alcaldía y Concejo de Tuluá es muy variada. Representantes de muchas modalidades profesionales, con preponderancia del Derecho, se hacen presentes en la arena de la competición electoral para saber en el mes de octubre de este 2015, quién orientará los destinos de la ciudad amada.
Guillermo Lozano Palacio, el hijo de la inolvidable Rosita Palacio, es dentro del abanico selecto de los aspirantes al ejecutivo municipal, uno de los más preparados.
Con una hoja de servicios en el sector público como pocos pueden enseñar, es esposo de Olga Lucia Millán Grajales y padre de dos hijos.
Guillermo es de los pocos inmaculados con relación a su hoja de vida y a los múltiples antecedentes que exige la ley ahora para siquiera pensar en una aspiración.
Lozano Palacio es tulueño raizal y llegó a escenarios de elevado estrato institucional. Ciudadano de trayectoria limpia, pone su nombre a consideración de sus paisanos para ofrecerles una gama o espectro de propuestas interesantes destinadas a mejorar la actual situación de Tuluá. Lo más simétrico es comentar y valorar la información sobre otros aspirantes, en una contienda que asegura tener visos casi dramáticos para dentro de siete meses largos.