Gilberto Román Rivas
Hijo de Arturo Román y Bernarda Rivas, de Andes-Antioquia, la tierra del genio nadaísta Gonzalo Arango Arias, nació en Sevilla-Valle. Este menor de seis hermanos, estudió su primaria en la escuela Ricardo Nieto de Caicedonia y su bachillerato en el Gimnasio del Pacífico cuando era rector Hernán Vergara. Es primo del célebre jinete Hellman Román, estudió Educación física y salud en Univalle y allí mismo se especializó en Docencia Universitaria.
Gilberto hizo una especialización en Gerencia estratégica de Instituciones educativas con la Autónoma de Occidente de Cali. Ha sido profesor de la Uceva en Natación, Fútbol, Deportes colectivos, Entrenamiento deportivo y Asesoría en práctica docente.
Decano de la facultad de Educación Física, Recreación y deportes de la Uceva de 1998 a 2005 y presidente de Cortuluá dos años; recuerda que alguna vez castigó a Faustino Asprilla cuando era muy joven y lo dejó sentado en el banquillo. El equipo iba perdiendo y faltando tres minutos para concluir el encuentro entró Faustino y no sólo empató con su equipo sino que lo hizo ganar. A Gilberto le dijeron vulgaridades y lo tildaron de racista. Con el tiempo se hicieron los mejores amigos.
Recuerda que su apelativo de “Pechuga” se lo puso Reinaldo Arroyave, cuando le vio las piernas muy blancas. Arroyave dijo “esas patas parecen una pechuga”, y así se quedó. Gilberto considera que el mejor alcalde que ha tenido Tuluá fue Carlos Alberto Potes Roldán y que un tulueño de esa talla intelectual, ética y moral lo produce la patria chica cada siglo como mínimo.
Camilo Patiño Moreno
Nacido en El Overo-Bugalagrande, se siente tulueño medular. Es el cuarto de nueve hermanos este hijo de Gentil Patiño Soto, de Titiribí, y de Amelia Moreno Domínguez. Casado con María Florentina Vargas Pineda, es padre de Claudia y Andrea, dos profesionales tulueñas. Su primaria la cursó en una escuela de su localidad natal y el bachillerato en el colegio de don Joaquín Rentería. Es graduado en Contabilidad y comercio y es, con su esposa, desde 1973, un veterano promotor de seguros en Tuluá. Lo peor de esta ciudad es el malandrinaje actual y lo mejor, su gente. Con cuarenta años de promoción aseguradora en su oficina de Plenocentro, Camilo está lleno de anécdotas del bar “Peor es nada”. Una vez unos fotógrafos de El Espectador entraron a la taberna donde él consumía cervezas frescas con Olíder Holguín y Alfonso Gallón; el tabernero puso una garrafa sobre la barra y se dedicó a dormir. Libaron como corsarios y cuando él despertó le preguntaron sobre el monto de la cuenta. Fue cuando dio una respuesta muy propia de Tuluá: “si no lo saben ustedes que son los que están bebiendo mucho menos yo que soy el que está durmiendo”. Eso fue en la década de los sesentas. Luego, en una página del diario bogotano salió una foto del establecimiento con una leyenda “en Tuluá usted si quiere paga lo que bebe, si no, no hay problema”
Daniel Potes Vargas
OPINIÓN