GEWB

Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Editorial y ortografía

Por: Daniel Potes Vargas

Uno ve y lee diarios bellamente diagramados, estéticamente distribuidos, con secciones de interés, pero si falta la belleza más bella (con pase del pleonasmo), la ortográfica, de  nada vale el esfuerzo.
Si una chica levantadora  (¿o sepultadora?) de textos, tiene buena vanguardia pectoral y mejor retaguardia glútea, así tenga pésima ortografía, se queda laborando por decisión gerencial.
El colaborador queda desarmado, indefenso.  Entrega su masa al horno y no sabe qué engendro saldrá.  Nombres cambiados, fechas mutiladas, párrafos sin ilación (después de tenerla), tildes y letras cambiadas.  Uno escribe a través y sale atravez, escribe sesión y sale sección, que son los ejemplos clásicos de esta oleada de burrería que azota las prensas.
No hay correctores de pruebas sino corruptores.   Por no pagar  a un corrector profesional, poner  a cualquier chapucero que cuanto toca, lo vuelve estiércol.  Mientras más tecnología hay, parece que hay un descenso logarítmico de la ortografía.  Y lo peor es que la comunidad lectora que tenga un autor de textos, vasta o corta, algunas veces imputa o atribuye el disparate no a la levantadora (¿hundidora?) de textos sino al autor de los mismos.  Y repetimos, ¿en qué estado está aquel que envía una colaboración a un diario?  En estado de total indefensión.  Lo obligan a usar un arsenal muy limitado de vocablos porque si tiene alguna galanura con el idioma con algún bello vocablo, lo hacen rabiar y  lo transforman en algo irreconocible.  Como no lo conocen, se atreven a “corregirlo”, con su peculiar ortografía.  ¿Tendrá esto visos de cambiar?  Cada director de diarios tiene la palabra.  Cada que la mayoría de levantadores piensan sobre ortografía, levantan moscas.  Le corresponde a cada editor usar su peculiar insecticida para alejar esta plaga de los diarios.  Pero al paso que vamos en tal cometido, la salud editorial estará cada día más alejada.