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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

Tulueñerías: Oficios y de espejos de un Decano Poeta

Fue la polaca Wislawa Szymborska la que con ocasión de recibir el premio Nobel de Literatura en 1995 y, hablando de los poetas, dijo: “ellos tendrán siempre trabajo porque este mundo no es  obvio y la visión del poeta es de asombro”.
El jurista y pintor nariñense Harold Mora Campo, levantado en las canículas tulueñas que lo hacen hijo adoptivo de un poblado con cerro tutelar  y río de aguas pardas, frías y milenarias, entrega a la comunidad lectora su primer texto poético.
Ser poeta no es una profesión. El filósofo, al menos puede decir que es profesor de Filosofía para atenuar la ansiedad. Ser poeta es algo que debe brotar de una dignidad presentida y defendida. Dice la escritora que conoció a Josef Brodsky y sólo en él halló, en ese premio Nobel ruso, a alguien que decía que era poeta con desenvoltura desafiante y sin conflictos internos.
Ahora que se habla de portales a otros mundos, el espejo es un símbolo de ese cruce.
El matemático y novelista británico Lewis Carroll escribió Alice in Wonderland, pero también Alicia a través del espejo. Según Borges el espejo debe ser odiado porque reproduce la infamia esencial del hombre, al igual que lo hacen las mujeres. No sólo es ver delante del espejo sino ser capaz de imaginar el mundo, el asombro esencial detrás de él y no olvidar que los vampiros sufren por no poderse reflejar en su superficie.
Poblar el mundo de espejos es especular, que en Filosofía es usar el speculum, el cruce, brote y rebrote de figuras. Es el laberinto de la línea recta. Harold, Decano de la Facultad de Derecho de la Uceva, pergeñó aquí los renglones alígeros y polisémicos del verso.
Y siempre, como dice la Szymborska, no es fácil explicar algo a los demás, cuando ni el mismo poeta sabe o comprende bien aquello que escribió en un rapto y en un rato de inspiración. Polisémica e inasible, la poesía escapa a definiciones. Vuela o parece volar pero está quieta en la inmensidad de su propia línea de misterio. Otra forma de acceder al símbolo del universo, aquí está en los versos del Decano y del pintor que de Nariño vino a amar a Tuluá. He aquí su conjuro, el sortilegio escénico de Teatro íntimo.