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Daniel Potes Vargas

OPINIÓN

RODOLFO RAMÍREZ ÁLVAREZ

Por: Daniel Potes Vargas

Hijo del boyacense Marco Aurelio Ramírez Sierra y de la tulueña con raíces costeñas, Olga María Álvarez Guzmán, este ilustre arquitecto  tiene unas ideas muy claras sobre la función simbólica y ritual de la  arquitectura.
Padre de Catalina, Juan Pablo (arquitecto como él) y Andrés Felipe Ramírez Osorio, este Jefe de Planeación Municipal, en la administración  del arquitecto Carlos Alberto Potes Roldan, es partidario de elaborar la lista de los hitos arquitectónicos de Tuluá, una ciudad que ha tenido poca suerte con su clase dirigente en el sentido de preservar sus valores de construcción pública como símbolos  de épocas históricas. Considera que Andrés  Martínez Sandoval es el arquitecto que mejor ha racionalizado el espacio de construcción en Tuluá. Rodolfo tiene dos nietas, María Paula y Belén y estudió su primaria en la escuela Jesús Maestro,  Antonio González y en la Concentración de quintos. Su bachillerato lo cursó entre el Gimnasio del Pacífico y el San Juan Bosco. 
Arquitecto de la Universidad Nacional de Manizales, estudió cuando era alumno allí otro tulueño Camilo Torres Arana y se llamaba a la Universidad El cable, porque allí  concluía el cable aéreo que venía  de Mariquita, Tolima.
Embelleció con Potes Roldan el costado oriental del parque del lago Chillicothe y opina que es vital levantar un inventario o relación de las construcciones emblemáticas de Tuluá. La arquitectura de una ciudad, pública y privada, es un reflejo de su cultura y no sólo de su dinero, de su presupuesto. Los mejores en-  claves de este tipo son hoy  parqueaderos. Hace muchos años publiqué un artículo llamado Tuluá garaje. Y parece que eso hoy más que nunca es apodíctico. Rodolfo ama el paisaje de su patria y no cambia pasar una noche en hamaca en el Cabo de la Vela por una habitación sofisticada,  aunque ésta sea también valiosa. Tanta gente con mucho dinero y no conoce ni los referentes primarios del paisaje de su país parece  decir este arquitecto ilustre, esposo de Ivonne Toledo.

Jhon Jairo Lozano Ramírez, el lector

Daniel Potes Vargas

Sabe que su nombre Jhon, se escribe John en Inglés,  que es un error muy frecuente que se les corrige a los estudiantes de inglés. Dice que John no es él, aunque esté bien escrito pero que es él cuando escriben su nombre como Jhon. Sabe que los colombianos en su gran mayoría leen un libro coma nueve (1.9) por año, o sea, que no alcanzan ni a los dos libros, mientras el europeo promedio lee 150 libros por año asumiendo que el año tiene 52 semanas y leen tres  ligeros por semana. Nació en el barrio Palobonito, en límites con el Escobar y recuerda que su alumbrado del siete de diciembre era muy mágico, con calles cerradas. Este nativo de Piscis nació un once de marzo y es hijo de Tulio Enrique Lozano Nieto y María Cecilia Ramírez Marulanda. Es el segundo de tres hermanos y estudió su bachillerato en el Gimnasio del Pacífico tras haber cursado su primaria en la escuela Tomás Uribe Uribe. Con una tesis llamada La equivalencia de las palabras según la categoría gramatical se graduó como licenciado en Español y Literatura de la Universidad del Quindío y en la misma Alma Mater se especializó en Literatura. Con la Universidad Católica de Manizales se especializó igualmente en Gerencia educativa, y en la Universidad del Tolima, en Ibagué, estudió Gerencia de proyectos. Este profesor ilustre tiene una maestría en la Católica de Manizales,  en  Educación de modalidad virtual. Es autor este tulueño de varios libros: Particularidades  del Idioma, Escribir correctamente, Leer eficazmente, Sentencias filosóficas, El proceso de la investigación dentro del contexto educativo, y prepara un texto de investigación llamado Variaciones sobre la lectura en Colombia  (1950 – 1990). Cree que lo peor de Tuluá es su falta de una gobernabilidad seria y eficaz, y lo mejor, que es una ciudad folclórica. Lleva diez años vinculado a la Uceva donde dicta la cátedra de Investigación. Ha sido profesor de la Institución educativa María Antonia Ruiz, Sagrado Corazón de Jesús, Céspedes, Comfandi y Moderna. Su autor clásico preferido es Virgilio, y dentro de los colombianos Jairo Aníbal Niño, en especial  Puro pueblo. Cree que la Uceva ha crecido institucionalmente desde lo gerencial y el fortalecimiento de la estructura organizacional. Ama la música de Mozart, José Luis Perales y Joan Manuel Serrat.